“No sé con qué se luchará en la tercera guerra mundial, pero sí sé con qué se combatirá en la cuarta: piedras”. Albert Einstein.
La guerra siempre ha sido un tema de preocupación para diversas organizaciones activistas, ciudadanos, países. La muerte y sufrimiento de miles de personas inocentes son las principales consecuencias de un conflicto armado.
Al mirar de cerca, es posible darse cuenta que el avance tecnológico de un país repercute directamente en su armamento y es así como las guerras evolucionan poco a poco.
Al principio las sociedades peleaban con armas primitivas, como cuchillos y lanzas. Poco a poco fueron “mejorando” sus herramientas de guerra hasta convertirlas en temibles ojivas nucleares.
En este punto, alguien puede mencionar que la tercera guerra mundial será una “ciberguerra”, un tema del que se ha hablado mucho últimamente.
Es cierto, Estados Unidos está reclutando programadores, expertos en redes y hackers dentro de sus programas militares y de inteligencia. El objetivo, prepararse para la ciberguerra. Prevenir ataques o tal vez atacar primero.
¿Es realmente tan peligrosa una ciberguerra? ¿Qué puede afectar? ¿Máquinas? ¿Teléfonos? ¿Puede matarnos?
Ya es sabido por todos que el mundo es cada vez más dependiente de la tecnología. Un error en una máquina puede traer consecuencias fatales. Se han reportado casos de generadores eléctricos que fallan por un error en la computadora principal.
Pensemos ahora si este tipo de cosas pudieran ser ocasionadas por personas. Si un hacker pudiese penetrar un sistema informático y hacer lo que quiera dentro de él. Desde robar información hasta ocasionar fallas mecánicas. Fallas mecánicas que ocasionen que una producción de una fábrica se detenga. O que resulte en una explosión dentro de la misma fábrica.
¿Y si el ataque no fuera a una industria? ¿Qué pasaría si el ataque dañara la fuente de energía de un hospital? ¿Qué tal si el mismísimo Pentágono dirigiera un ataque militar a causa de un virus en su central de inteligencia?
El punto no es ser fatalista, pero hay que tener una conciencia del daño que una ciberguerra puede traer. Quien sabe, a lo mejor estamos viviendo una ciberguerra y no lo sabemos.